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Hacia la “nueva normalidad”: ¿Será factible seguir impulsando la telemedicina?
Por Styp Canto Rondón, especialista en Telemedicina (*)
Hacia la “nueva normalidad”: ¿Será factible seguir impulsando la telemedicina? Opinión

Muchas veces me han hecho esta pregunta, y la respuesta definitiva a ella es que sí.

La telemedicina viene utilizándose desde muchos años antes de la pandemia, con distintas experiencias identificadas en países latinoamericanos. Ya se venía usando la telemedicina con los fines de fortalecer la prevención, promoción, recuperación, diagnóstico y tratamiento de la salud. La telemedicina fue y sigue siendo considerada potencialmente transformadora, ya que mitiga los problemas de transporte, lleva la atención a las comunidades rurales y disminuye los tiempos de espera y los costos médicos. No obstante, su adopción en América Latina ha sido lenta. La insuficiencia de infraestructura de comunicaciones, el sesgo ético médico y la carencia de gestión del cambio, entre otros factores, han obstaculizado su uso. Por otra parte, la regulación no se ha puesto al día. En 2019, mientras que el 65% de los hospitales en Chile estaba usando la telemedicina, menos del 30% de los hospitales en la Argentina, Costa Rica, México, Perú y Colombia estaba haciendo lo propio.

Cuando se presentó evidencia de que la pandemia había puesto pie en nuestro lado del mundo, muchos países latinoamericanos comenzaron a implementar programas de confinamiento para disminuir la expansión del COVID-19, las atenciones de salud comenzaron a impulsarse de manera virtual, dando apertura a un cambio histórico en la salud. El impulso de transformación digital y los servicios esenciales como la telemedicina fueron una estrategia clave para sostener la continuidad de los servicios de salud a escala global. Sin embargo, tras varios años de pandemia, los gobiernos comenzaron a promover una “nueva normalidad” con medidas de cofinamiento menos rigurosas, principalmente por la necesidad de reactivar las economías locales.

La telemedicina es considerada como una de las mayores innovaciones de los servicios sanitarios, y no solo desde el punto de vista tecnológico, sino también cultural y social. Al favorecer el acceso a los servicios de atención sanitaria, mejorar la calidad asistencial y la eficiencia organizativa. Es bien sabido el compromiso de la telemedicina a dar soluciones a los retos que los cambios socioeconómicos plantean a los sistemas sanitarios en el siglo XXI (demanda de atención sanitaria, envejecimiento de la población, aumento de la movilidad de los ciudadanos, necesidad de gestionar grandes cantidades de información, competitividad global y provisión de una mejor atención sanitaria), y todo ello en un entorno de limitaciones presupuestarias y contención del gasto.

Actualmente, con la “nueva normalidad” se ha observado que el uso de la telemedicina ha disminuido bastante en comparación al uso que se dio en la época de crisis de la pandemia COVID-19, y este factor se da como consecuencia del retorno a la presencialidad de muchos profesionales de salud, limitado recurso tecnológico para el desarrollo de trabajo remoto (hardware, software y conectividad) y, sobre todo, ausencia de una buena cultura en el manejo de la tecnología ya sea por parte del profesional de salud o por parte los pacientes.

Sin embargo, no todo esta perdido. Se ha identificado que la telemedicina ha dejado una oportunidad muy buena para asegurar su continuidad. Y es que el COVID-19 ha dejado en evidencia que, si los profesionales de salud no están preparados para un catátrofe similar al igual que nos dejó la pandemia, pues se perderán nuevamente mucha información clínica, se congestionará el sistema de salud y muchos pacientes quedarán al olvido de sin una buena atención de salud. Por tal motivo es que muchos hospitales, a pesar tener una nueva normalidad de atención, ya están preveniendo fuertemente el impulso de la transformación digital en salud, y como parte de esto se sigue haciendo esfuerzos por fortalecer la telemedicina, y en consecuencia de esto han madurado el nivel de uso de tecnología usando los siguientes criterios:

• Coordinación articulada entre profesionales de salud para una mejor atención.

• Monitorización continua de los pacientes utilizando herramientas digitale, tales como el uso de aplicativos móviles de salud.

• Impulso de la interoperabilidad en los sistema de información de salud.

• Analisis operacional de las atenciones de salud.

• Impulso del buen uso de la analítica clínica.

• Empoderamiento del buen manejo de la salas virtuales de atención.

• Atención centrada en el paciente.

• Atención organizada, especializada, sistematizada para apoyar a los pacientes con desafíos de salud específcos que requieran.

El camino aún es largo para seguir fortaleciendo la telemedicina en la región. Sin embargo, el sector salud ya está encaminado, ahora solo es cuestión de seguir impulsando estas iniciativas y compartiendo estas experiencias para que el ecosistema de salud digital siga creciendo.

Fuentes bibliográficas:

https://publications.iadb.org/en/publications/spanish/document/Estudio-sobre-telemedicina-internacional-en-America-Latina-motivaciones-usos-resultados-estrategias-y-politicas.pdf

https://socialdigital.iadb.org/es/sph/covid-19/15214

https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/28413/9789275319031_spa.pdf?sequence=6

http://oitt.org/blog/blog2.html

http://oitt.org/blog/blog1.html


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