Opiniones


María Elizabeth de los Ríos Uriarte

Universidad Anahuac

Profesora e investigadora de la Facultad de Bioética. Colaboradora del Centro Anáhuac de Desarrollo Estratégico en Bioética.

Mejorar al ser humano, ¿para qué?

Desde tiempos inmemorables, el mito de Ícaro que pretendía volar con alas de cera para alcanzar el sol ha sido inspiración tanto de individuos como de compañías para diseñar, desarrollar e implementar herramientas que le permitan al ser humano aumentar y mejorar sus capacidades físicas, psicológicas, neurológicas etc, para llegar más lejos y conseguir más éxitos. El imperativo moderno de conquistar la naturaleza se ha transformado en el de conquistar los límites de lo humano y dar pie al surgimiento de una nueva especie de ser humano cueste o que cueste.

Así, asumiendo la premisa evolutiva que afirma que los seres humanos aún no hemos evolucionado lo suficiente, es decir, que el homo sapiens sapiens que decimos aún puede y debe seguir evolucionando aún a costa de impedimentos o de recursos, incluso de consideraciones bioéticas o de la justicia misma, la obligación es que hay que hacer que la especie siga ese camino determinista de la tal “evolución”.

Esta es pues la intención del transhumanismo que es un movimiento y una corriente propuesta por Nick Bostrom que pretende la mejora de la especie humana mediante la generación progresiva de un nuevo individuo denominado posthumano a partir de la gradual modificación del humano tal como lo conocemos hoy en día, pasando por una etapa intermedia denominada transhumano.

Actualmente esta corriente de pensamiento se encuentra más avanzada en el Instituto para el Futuro de la Humanidad en la Universidad de Oxford en donde varios investigadores y científicos, convencidos de la posibilidad y necesidad de mejorar lo que resulta indeseable de la esencia humana han propuesto como metas:

1) Que los seres humanos vivan un promedio de 500 años.

2) Que los seres humanos tengan un IQ el doble de lo que es el promedio actual.

3) Que el ser humano tenga total y absoluto control de sus impulsos e instintos

4) Que el ser humano no se enferme ni sufra.

De igual modo, el transhumanismo descansa sobre tres pilares que se conciben como objetivos últimos: el súper bienestar, la súper longevidad y la súper inteligencia.

El proceso gradual al que hace referencia esta corriente consiste en ir modificando al ser humano actual mediante la incorporación de nuevas tecnologías de tal manera que se vayan alterando sus capacidades y potencialidades corpóreas, psicológicas, neurológicas y genéticas. Es decir, el transhumano será aquel individuo que recurra a la tecnología para mejorar habilidades y capacidades como la vista, el oído, su resistencia física, su capacidad de memoria, su rendimiento profesional, etc,

Quizá todo esto suene a algo fabuloso e ilusorio, lo cierto es que ya hay considerables avances en mejora genética por ejemplo o bien en medicamentos y químicos para facilitar mejores estados de concentración o intervenciones para atrasar el proceso de envejecimiento, etc. A pesar de que es más una realidad que una fantasía, hay que ir hilando fino para desentrañar los problemas éticos y bioéticos que esto representa. A continuación, algunos de estos:

En primer lugar y desde una reflexión antropológica hay que decir que aquello que nos hace vulnerables, las razones por las que nos enfermamos, por las que envejecemos y por las que sufrimos y nos morimos son precisamente también aquellas que nos hacen humanos, es decir, que reafirman nuestra esencia en tanto humanos, erradicarlas sería ir en contra de nuestra propia naturaleza e idear un ser humano que ya no sea humano sino máquina, robot, inteligencia artificial, etc.

Una segunda consideración, ahora desde la ética y la justicia es el tema de que estos seres humanos perfectos y cuasi eternos podrían llegar a sustituir a los humanos mortales suplantando trabajos o incluso, relaciones sociales y hasta agrandando las brechas sociales marcando diferencias entre personas mejoradas y personas no mejoradas generando discriminación y desorden social.

Es por esto y más, que el transhumanismo representa un reto para la bioética pues implica cuestionamientos antropológicos y éticos profundos desde una reflexión seria y interdisciplinar que ordene sus fines y sus modos al servicio de la persona humana

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